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Mostrando entradas de 2011

Insidias

Llego un poco tarde una vez hechas las votaciones y finalizado y superado el debate de los cabezas de lista de los partidos vencedores (unos más que otros) en las elecciones al parlamento español. Pero dejando aparte valoraciones sobre los discursos de los candidatos quiero traer aquí un detalle de uno de los candidatos, a la postre vencedor de las elecciones. Ahora que viendo como está la situación mal regalo es ser vencedor. La palabra que de forma repetida sonó fue “insidias”. En un primer momento pensé que el candidato pretendía dar a entender que su oponente mentía, engañaba o falseaba. Craso error pues el significado real de esta palabra según la RAE es: Palabras o acción que envuelven mala intención. Luego valorando los discursos, el vencedor de las elecciones entiendo que nos quería convencer de que su oponente hablaba con mala intención. Muy buena intención no se le presumía, pero que esperábamos. Ambos pretendían demostrar la mala intención del otro. Tras este debat

Uno para el décimo lustro

El pasado sábado 5 de noviembre empecé la temporada de las cenas navideñas. Un poco pronto, sí. A falta de casi dos meses del inicio de la navidad me reuní con los compañeros de promoción universitaria de mi mujer. Pocas novedades respecto a las anteriores si no contamos la aparición de una pareja con la que habíamos perdido el contacto años atrás y con la mantuvimos una estrecha amistad, ahora convertida en tibia amistad. Un par de anécdotas divertidas podré contar gracias a la costumbre de finalizar esta cena con un reparto de regalos al estilo amigo invisible. Como en años anteriores el regalo que me correspondió queda enmarcado en la categoría de primer premio en la galería de los horrores. Siempre me quedará el consuelo de que no fue el peor. La cena tuve un inesperado giro hacia la media noche cuando todos los comensales cantaron al unísono el cumpleaños feliz. Me tuve que levantar y agradecer el detalle. Pero quería traer aquí una frase escuchada a uno de los comensa

Montañas de libros.

Llevo unas semanas sin dejar caer relato alguno por aquí. Y es que este mes de octubre pasado ha sido especialmente movido en cuanto a lo laboral y personal. En cuanto a lo laboral la empresa que me da trabajo no deja de crecer y los diferentes departamentos están en continuo crecimiento y reorganización. Tormentas y chaparrones, salpicados de claros y días soleados. Y en cuanto a lo personal nos estamos adaptando a los horarios de la nueva temporada. Horarios de trabajo, de colegio, de entrenamientos, de estudios, de competiciones, … Añadido a todos los cambios se junta un lio con facturas de tráfico, otro con mi renovación de carnet de conducir (un año caducado y no me había apercibido de ello), una cerradura del coche forzada. Movidito sin duda. Me viene aquí a la cabeza la idea de que nuestro ritmo de vida viene marcado por factores que nosotros no dominamos completamente. Por ejemplo los hijos. Ahí están los hijos y son nuestra responsabilidad y parece que todo gira en torn

El señor de los pilares

Hacía tiempo que el malvado canalla que desplaza los pilares del garaje de mi casa no aparecía. Ella estrenó su flamante coche nuevo, rojo pasión rezaba la publicidad, en el mes de mayo pasado. Este año parecía calmado y no había hecho su aparición todavía. Nos las prometíamos felices. Pero cuando menos lo esperaba ella y en el último tramo de la rampa de salida se produjo la tragedia. Una columna se interpuso en el camino y aplastó la aleta delantera izquierda del vehículo. El maldito se dedica en la clandestinidad a modificar la disposición de las columnas del garaje. Y no es que ella vaya muy rápido por el interior del garaje o no se fije donde están puestos los pilares. No, ni pensarlo. Ni mentar por asomo la ignominiosa frase de “mujer tenía que ser”. Dios me libre. Tomándolo por la parte positiva el vehículo parece ahora más aerodinámico pues ha eliminado partes del chasis que ofrecían resistencia al viento. Seguro que tras pasarlo por el túnel del viento confirmaría l

Plato grande piñón pequeño.

Siempre diré que la carrera continua o de largo aliento es el deporte que prefiero y espero poder seguir practicándolo muchos años más aunque sea con altibajos. Pero este fin de semana pasado surgió la oportunidad de cambiar de deporte y no dejé escapar la ocasión. Además aprovechaba para fortalecer lazos de amistad con “mi amigo”. Felicidades chaval, ya son 49 y subiendo. El domingo pasado a las nueve de la mañana nos presentamos cinco elementos con nuestras bicicletas de montaña en la estación del Norte de Valencia para tomar el tren que nos llevaría hasta la población de Caudiel y desde allí descender en bicicleta hasta casa por la vía verde y la antigua carretera de Teruel. En total más de 70 km. Llegados a Caudiel sobre las once de la mañana iniciamos el recorrido que, en mi caso, acabó en el garaje de mi casa pasadas las 4 de la tarde. Cinco horitas de las cuales me sobraron las dos últimas para ser la primera vez. La piernas cansadas, muy cansadas, y las posaderas dolorid

Va de inventos

No hace mucho tiempo que indiqué en una entrada que dedicaría un rato a presentar algunos sencillos inventos y/o ocurrencias que han caído en mis manos. Y no entiendo por qué no se han convertido en elementos imprescindibles de la vida diaria. En este caso no voy a hablar del teléfono móvil. Es de todos bien sabido que una de las mayores tragedias que afectan a los hogares españoles son los calcetines y medias desparejados. Una vez salen de la lavadora se desencadena un proceso por el cual uno de los calcetines del par desaparece durante un periodo de tiempo directamente proporcional a la necesidad que tengamos de usarlo. Da lo mismo calcetín deportivo, media de ejecutivo o media escolar. Al final cuando vamos al tendedero o secadora siempre falta alguno. Afortunadamente en mi casa no ocurre esto porque dispongo de un maravilloso invento que adjunto aquí en una fotografía para evitar describirlo. El artilugio al que no he puesto nombre, podría llamarse emparejador, mantiene empa

¿Qué fue de Rechivaldo?

Tras un silencio veraniego que se ha prolongado desde principios de julio hasta la fecha, hete aquí de nuevo. Los anuncios televisivos vienen cargados de anuncios de fascículos coleccionables, señal inequívoca de que el verano tocó a su fin. Mi verano no ha tenido hechos especialmente destacables pero, como los anteriores, han incluido un viajecito en familia y una estancia en el apartamento de la playa dedicado al descanso, la lectura y la familia. Esta ocasión el viajecillo junto a una familia amiga ha sido nacional, ¿sería más correcto decir estatal?. Hemos disfrutado de la naturaleza en los Picos de Europa, visitado bonitas poblaciones costeras de Asturias y corta visita por las tierras de Rechivaldo. Me volví sin saber quien fue el tal Rechivaldo pero a cambio me traje conmigo una bonita historia de un muchacho que festejaba con una moza que reconocía deber estar viva gracias a las canciones de Diango. Afortunadamente él encontró la oportunidad de salir corriendo y no verla d

El Taekwondo y Satur

Aprovecharé mi corta incursión en el mundo de las artes marciales para recordar a un viejo conocido y levantar alguna sonrisa. En uno de mis primeros empleos coincidí con Satur. Satur y yo entramos en la empresa de equipamiento científico al mismo tiempo y rápidamente congeniamos. Ambos estábamos solteros y en un periodo “entrenovias”. Al terminar la jornada laboral aprovechábamos para tomar una cerveza por el barrio. Vivíamos relativamente cerca y al volver a casa pasábamos frecuentemente frente a la puerta del gimnasio del barrio. Aquel día pudimos leer en la puerta del gimnasio: - Abiertas las inscripciones para las clases de Taekwondo. Nos miramos a la cara y sin cruzar palabra entramos directos a la recepción del centro. La señorita de recepción avisó sin dilación al profesor de artes marciales para que iniciara los trámites de inscripción y nos introdujera en el singular mundo de las artes marciales. El interrogatorio para poder entrar en el selecto grupo de alumnos lo s

Las cuentas del Gran Capitán.

Mayo es un mes de celebraciones. Bodas, bautizos y comuniones. Y yo durante el mes de mayo y junio estoy “disfrutando” de todas ellas. Qué alegría qué alboroto. La más significativa fue la comunión de mi chaval (morlaco que apenas cumplidos los 9 años tiene 145 cm de alzada y 40 kg de peso). La madre de la criatura estuvo sublime en cuanto a los preparativos y la señalada jornada salió a pedir de boca. Todo fue sensacional excepto cuando empecé a echar cuentas de los gastos incurridos. Cuando la ira empezaba a apoderarse de mí, caí en la cuenta de que la mejor solución sería hacer las Cuentas del Gran Capitán. Ahí van: Poder disfrutar de toda la familia (bien, gracias) reunida en un gran salón. No tiene precio. Rajar de mi suegra en compañía de mis cuñados. Impagable. Detalle del restaurante colocando porterías de fútbol en la explanada anexa permitiendo que los adultos coman con tranquilidad mientras la chavalería destroza los zapatos de ceremonia. Agradecimiento eterno. P

El canto de los pájaros.

Afortunadamente, y esto lo digo sinceramente, en las empresas por las que he pasado he recibido numerosos cursos de formación. Cursos de gestión de la calidad, gestión de compras, gestión de equipos, gestión del tiempo,….. Mucha gestión veo yo ¿verdad? Todos ellos han sido positivos de una u otra forma. Si no lo han sido directamente al menos me han dado la oportunidad y el momento para reflexionar en aspectos que el día a día nos impide hacer. En las últimas semanas estoy recibiendo un curso sobre motivación y liderazgo que me ha sorprendido gratamente por el planteamiento que ha hecho el ponente. No voy a entrar en muchos detalles pero a modo de resumen voy a plasmar esta frase me ha impactado positivamente: Los pájaros no cantan porque están contentos. Están contentos porque cantan. Se trata de un proverbio indio o árabe o vaya usted a saber. Es toda una declaración de intenciones y la primera imagen que me vino a la cabeza fue el recuerdo de mi madre cantando en la cocina

Los gurruminos

Traigo aquí de nuevo un vocablo que forma parte de mi propio glosario junto a otros que ya describí tiempo atrás. Véase tarzanetes . Bien cierto es que la definición que tiene esta palabra en el diccionario no coincide, ni de lejos, con la que yo y algunos de mis allegados la asociamos. Y por eso estamos aquí, a ver si creamos una nueva entrada en el diccionario de la RAE. Empezaremos situando el contexto. Yo soy fruto de una generación de emancipación tardía. Cursando estudios superiores, algún trabajillo esporádico que me proporcionaba dinero para los caprichos y libertad de horarios total para entrar y salir del hogar paterno. No encontraba razones para abandonarlo mientras la lavadora de mi madre siguiera funcionando a la perfección y su mano con la plancha y la cocina fueran inmejorables. Y ahora que estoy casado más de quince años puedo afirmarlo con toda rotundidad. Pero todo llega y cuando mi abuela dejó el piso de “La Isla Perdida” (barrio de Valencia con el que tengo u

9 Cumpleaños.

Coinciden en este mes de abril de 2011 el 9 cumpleaños de mi hijo y la finalización en la lectura del libro “Riña de gatos”. Último premio Planeta. Eduardo Mendoza. El libro transcurre en el año 1936, pocos meses antes del inicio de la guerra civil española. La historia está bastante bien ambientada en la ciudad de Madrid y entremezcla conocidos personajes como Queipo de Llano, Mola, F. Franco, José A. Primo, Azaña… con otros de ficción. El personaje central es un inglés experto en pintura española que, sin quererlo, se ve mezclado en una extraña historia donde el arte, la política, un romance amoroso y un amasijo de hechos históricos con otros de ficción acaban en un desenlace que por momentos acaba siendo poco creíble. En general es un libro interesante con muy buenas pinceladas sobre pintura, historia y política. Tan solo le pongo un pero con la trama urdida alrededor del inglés que en ocasiones parece metida con calzador. A renglón seguido de acabar este libro me sumerjo

Y seguimos viendo la vida pasar.

Hace exactamente un año de la foto. El mismo día y en el mismo lugar a punto de escuchar la “mascletá” de Ruzafa. Con mi cámara en la mano enfoqué el mismo balcón de un año atrás y eché la foto. En esta ocasión el balcón estaba vacío y aproveché para leer la entrada de abril de 2010. Entonces además de varios comentarios sobre un libro que me había defraudado aprovechaba para recordar la positiva actitud de mis padres frente a la vida. Afortunadamente ahí siguen los dos aguantando el tipo a pesar de que un cáncer se ha cebado con mi madre. Mi madre es campeona en afrontar con valentía la adversidad. Tiene la virtud de encontrar la faceta positiva en todos los aspectos de la vida. Espero haber heredado esa virtud. No hace mucho que cenaba con uno de esos amigos de los que llamamos de toda la vida y que por razones diversas nos vemos menos de lo que queremos. No pudimos encontrar el momento de hablar sin prisas sobre todo aquello que vamos echando en la mochila vital del cada dí

Zapatillas nuevas

Va a ser un clásico la caída y ascenso de un nuevo par de zapatillas al Olimpo de mi zapatero . La fotografía refleja el pasado y el presente. Las viejas zapatillas han alcanzado los 1000 km y otras nuevas han venido a ocupar el lugar de aquellas. Es ley de vida. En el mundo de las zapatillas no existe la sustitución de componentes para alargar la vida de las mismas y por tanto tendrán que pasar de corredoras a zapatillas de paseo.

Cercano y personal

Me falló la vista y muy a mi pesar tuve que visitar al oftalmólogo. Hace de diez años que no visito a un médico exceptuando las revisiones médicas de empresa. La clínica visitada está cerca del barrio donde pasé mi infancia. La Isla Perdida. En una futura entrada me dedicaré a contar el origen del nombre de este barrio y ciertas peculiaridades del mismo que lo hacen especial. Una subida de tensión rompió un capilar en mi ojo derecho que dejó mi globo ocular sanguinolento y agravó mi vista cansada. Al salir de la clínica me encontré con un matrimonio de edad avanzada, padres de uno de mis amigos de niñez y vecino de escalera. Carlos y Pepita. Si mis padres cuentan más de setenta años, este matrimonio debe estar muy cerca de los ochenta si es que no los ha superado. Me acerqué a ellos con el temor de que no me reconocieran. Pero me reconocieron inmediatamente. La siguiente media hora la dedicamos a repasar los últimos años de mi vida y la de sus hijos. Todos casados y con hijos.

El glamour perdido

Hace unas semanas por motivos laborales hice un “salto” a Italia que no tuvo desperdicio. Salí del aeropuerto de Valencia a media mañana, aterricé en Bolonia y dormí en un hotel de Parma. Me levanté temprano, tomé un taxi que me llevó hasta una empresa en los alrededores de Milán. Tras una visita de negocios de un par de horas salí en taxi disparado a coger un avión en Bérgamo que me posó a media tarde en Valencia. Entretenido sin duda y laboralmente fructífera. Pero quiero traer aquí el desengaño sufrido durante el vuelo. Los vuelos los hice con la compañía de bajo coste Ryanair. No hace muchos años que se podía leer en las revistas de moda y del corazón bonitas historias sobre romances surgidos entre glamurosas azafatas de vuelo e importantes pasajeros. Me parece estar viendo a las exuberantes azafatas de vuelo con una altura respetable, rubias y con impecable uniforme. Caminaban ellas por los pasillos del avión mostrando su amplia sonrisa, andar pausado y repartiendo atenci

EL ÚLTIMO ENCUENTRO

De nuevo mi padre me recomienda un libro y el acierto no habría podido ser mejor. Si no conservo este libro en mis estanterías, pues deberé restituirlo a las de mi padre, es bien seguro que los conservaré entre mi selección de libros imprescindibles. El libro se titula “EL ÚLTIMO ENCUENTRO” y el autor es un húngaro llamado “SÁNDOR MÁRAI”. Cuando mi padre puso el libro en mis manos poco hacia presumir que esta edición de bolsillo que mi padre tuvo que encargar en una conocida librería acabaría cautivándome. Letra pequeña y diseño austero. Rápidamente me fui a la contraportada para leer con poca convicción el pequeño resumen de la obra. Al terminar tenía la certeza de que este libro a poco que se lo propusiera me iba a gustar. La temática me era familiar. Dos jóvenes que crecen y se educan juntos desde los inicios de su época escolar hasta convertirse en adultos. Cada uno de ellos proviene de estratos sociales bien diferentes. No doy muchos más detalles de la trama para no dest

Tarzanetes

No sé muy bien cómo enfocar el relato para que quede elegante. Intentarlo voy a intentarlo pero el tema es peligroso y no quisiera salir malparado. En diversas ocasiones he tenido el placer, claro por qué no decirlo, de comentar los episodios de mi vida en convivencia con los tarzanetes. Alguno pensará que se trata de una ordinariez pero al final todos acabamos confesando. Con el género femenino resulta más complicado, pero vaya, ellas se lo pierden. Habitualmente las épocas más comunes de convivir con ellos fueron los campamentos y acampadas de juventud y con toda seguridad durante el periodo militar. La poca higiene íntima, la falta de agua y la inexistencia de duchas y/o retretes es el caldo de cultivo que facilita la aparición de los tarzanetes. El agua es su mayor enemigo, me recuerda a los gremlins, y su ubicación es aquella donde crece el pelo y que normalmente se encuentra en la oscuridad y bajo capas de ropa que vagamente recuerdan su paso por la lavadora. Una vez i

Yo voy cómodo. ¿Y tú?

Siempre es bienvenido ver caras conocidas por el rio mientras corres. Hace años que corro por el rio y me cruzo de vez en cuando con un antiguo compañero de carrera, de farmacia no pedestre, apellidado Villanueva. Hemos tenido algún año que no nos hemos visto, pero la cabra acaba tirando al monte y hace unos días nos vimos de nuevo. En la última ocasión Ramón, el compañero de carrera, corría acompañado de su hijo que por más señas se llama como el mío. ¡Cómo comen los niños de hoy en día!. Y la de vitaminas que les damos. El hijo en cuestión tiene unos 18 años. Ramón es alto pero el hijo es muy alto. El chaval práctica atletismo en el Terra i Mar, pasa vallas para ser más concreto. El caso es que nos juntamos los tres a rodar unos minutos. Al poco de estar rodando sacamos el recurrente comentario entre corredores: - ¿Vas bien a este ritmo? - Si, bien, voy cómodo. Efectivamente como podéis imaginar íbamos por encima de nuestro ritmo habitual de rodaje pero poníamos cara de

Pi, pi, pi.

Son poco más de las seis de la mañana y como cada día laborable de la semana suena el despertador de mi teléfono pi, pi, pi. Con las legañas todavía en los ojos enciendo la cafetera pi, pi, pi y el calentador para afeitarme pi, pi, pi. Con la cara lavada y la ropa puesta me pongo el café y la leche que previamente calenté con el microondas, no sin antes escuchar el pi, pi, pi que me indica que la leche está caliente. Salgo al descansillo de la escalera y llamo al ascensor pi, pi, pi. Una vez marcado el sótano pi, pi, pi llego frente al coche y acciono el mando que abre las puertas del coche pi, pi, pi. Arranco el coche e inmediatamente me avisa que olvidé ajustar mi cinturón de seguridad pi, pi, pi. La puerta del aparcamiento se acciona con el conocido pi, pi, pi. La radio me da las señales horarias. Adivínenlo pi, pi, pi. Ya en mi puesto de trabajo enciendo el ordenador que me saluda con su pi, pi, pi. ¿Debo seguir? Todavía quedan románticos que siguen hablando de la canción

La prestancia de lo nuevo

Coincidiendo con el inicio del año retomo las salidas por el rio junto al resto de compañeros de equipo. Es grato volver a pisar la tierra del antiguo cauce con los viejos compañeros. Las mismas caras, los mismos itinerarios, los mismos árboles y en ocasiones los mismos comentarios. Pero en el mes de enero surge como cada principio de año el estreno de material deportivo que los Reyes Magos de Oriente han tenido a bien dejarnos. Unas zapatillas de la marca Pearl Izumi, una sudadera de la marca Gore, un nuevo Garmin 305 en la muñeca y alguna cosilla más. Esto a primera vista entre mis compañeros de rodada pero tal y como hacíamos kilómetros aparecían los corredores en el escenario del rio con sus nuevas y relucientes prendas. Es la prestancia de lo nuevo. En unos meses, las pasadas por la lavadora, los roces y los sudores acabarán con la prestancia de los nuevos equipamientos. Algo parecido a lo que ocurre con las renovadas ilusiones y pretensiones con las que empezamos cada mes d

Historias de la p... mili

Campamento Montaña Negra en la provincia de Castellón. Allí empezó mi periodo de instrucción para completar los doce meses de vida militar. Empieza a ser raro que en la conversación entre amigos aparezcan las historias de la mili. Hubo una época que no había reunión de amigos sin un buen repaso de las hazañas, desventuras de cada uno de nosotros en la mili. Las nuevas generaciones se lo pierden. O no. Recurrentemente me viene a la memoria un pequeño pasaje del mismo día que inicié la mili y no sé bien por qué quedó tan fresco en mi mente. Me desplazaba a la Estación del Norte en Valencia junto a mi amigo y compañero de facultad Toni para tomar el tren que nos desplazaría hasta Castellón. Me acerqué a la ventanilla de la estación para canjear el documento que me enviaron las autoridades militares por un billete de tren hasta Castellón de la Plana (después de la mili constaté que el nombre de la ciudad es un claro aviso de que la provincia de Castellón es una de las más montañosas

Cenas de Navidad. Feliz 2011

No hay Navidad sin uno de sus clásicos: Las Cenas de Navidad La más tempranera ha sido la de antiguos compañeros de universidad de mi mujer. Celebramos esta cena juntos hace más de diez años y el número de parejas que asistimos se mantiene casi constante. Este año ni la cena ni el local son merecedores de comentarios pues no sobresalieron por sus excelencias. En ambos casos se han visto superados por cenas de años anteriores. Solo comentar que el año 2009 en Alcoy dejó el listón muy alto en cuanto a local, cena y organización. La cena del 2010 la recordaré por dos cosas bien significativas del grupo que formamos, la edad que tenemos y las vidas que construimos. Una es la primera separación del grupo y la presentación en sociedad de la nueva pareja. Y dos los comentarios de sobremesa acerca de las últimas visitas al médico. La aparición de la primera operada de cáncer en el grupo y los tactos rectales. ¡Glups! Las dos cosas reflejan lo que nos preocupa y afecta a los que so