Tras un silencio veraniego que se ha prolongado desde principios de julio hasta la fecha, hete aquí de nuevo.
Los anuncios televisivos vienen cargados de anuncios de fascículos coleccionables, señal inequívoca de que el verano tocó a su fin.
Mi verano no ha tenido hechos especialmente destacables pero, como los anteriores, han incluido un viajecito en familia y una estancia en el apartamento de la playa dedicado al descanso, la lectura y la familia.
Esta ocasión el viajecillo junto a una familia amiga ha sido nacional, ¿sería más correcto decir estatal?. Hemos disfrutado de la naturaleza en los Picos de Europa, visitado bonitas poblaciones costeras de Asturias y corta visita por las tierras de Rechivaldo.
Me volví sin saber quien fue el tal Rechivaldo pero a cambio me traje conmigo una bonita historia de un muchacho que festejaba con una moza que reconocía deber estar viva gracias a las canciones de Diango. Afortunadamente él encontró la oportunidad de salir corriendo y no verla de nuevo. Siempre habrá gente para todo.
La experiencia viajera la rematamos con un cocido maragato cuando los termómetros marcaban 30ºC en la calle. La “tripada” quedará marcada a fuego. No me dejé ni un plato sin probar.
Espero poder repetir la experiencia y me tocará pagar a mí.
Y no quiero dejar de nombrar alguna de las obras que leído este verano.
Destaco “La caída de los gigantes” de Ken Follet. Sí, el mismo de “Los pilares de la tierra”.
Cuando cayó el libro en mis manos no me dejó indiferente porque sus más de 1000 páginas impresionan. Una novela tal vez no sea la mejor forma de repasar la historia pero en esta ocasión el autor ha logrado dar una lección de historia sobre los años que rodearon a la primera guerra mundial.
¿Y qué fue de Rechivaldo?
.
Los anuncios televisivos vienen cargados de anuncios de fascículos coleccionables, señal inequívoca de que el verano tocó a su fin.
Mi verano no ha tenido hechos especialmente destacables pero, como los anteriores, han incluido un viajecito en familia y una estancia en el apartamento de la playa dedicado al descanso, la lectura y la familia.
Esta ocasión el viajecillo junto a una familia amiga ha sido nacional, ¿sería más correcto decir estatal?. Hemos disfrutado de la naturaleza en los Picos de Europa, visitado bonitas poblaciones costeras de Asturias y corta visita por las tierras de Rechivaldo.
Me volví sin saber quien fue el tal Rechivaldo pero a cambio me traje conmigo una bonita historia de un muchacho que festejaba con una moza que reconocía deber estar viva gracias a las canciones de Diango. Afortunadamente él encontró la oportunidad de salir corriendo y no verla de nuevo. Siempre habrá gente para todo.
La experiencia viajera la rematamos con un cocido maragato cuando los termómetros marcaban 30ºC en la calle. La “tripada” quedará marcada a fuego. No me dejé ni un plato sin probar.
Espero poder repetir la experiencia y me tocará pagar a mí.
Y no quiero dejar de nombrar alguna de las obras que leído este verano.
Destaco “La caída de los gigantes” de Ken Follet. Sí, el mismo de “Los pilares de la tierra”.
Cuando cayó el libro en mis manos no me dejó indiferente porque sus más de 1000 páginas impresionan. Una novela tal vez no sea la mejor forma de repasar la historia pero en esta ocasión el autor ha logrado dar una lección de historia sobre los años que rodearon a la primera guerra mundial.
¿Y qué fue de Rechivaldo?
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Comentarios
Ya veo que no te llevaste las zapatillas.
Y Diango tiene algunas cosas majas, hombre.
Y Rechivaldo todavía debe de estar haciendo la digestión de algún cocido maragato.
Y en los Picos de Europa hice la ruta de rio Cares. Ida y vuelta en unas seis horas en total. Sin olvidar un tramo del descenso del Sella de tres horas de duración.
No te voy a decir que estoy hecho un mulo pero espero una participación digna en la Media de Valencia.
Y sigo sin noticias de Rechivaldo.