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Mal aprendido


Hoy por la mañana he salido a correr y como de costumbre salir a correr siempre tiene su recompensa. Y digo correr que no entrenar porque tras algunos días sin salir a correr, los 11 km se me han hecho largos a pesar de llevar un ritmo en torno a 5`30´´

He salido a correr con mi amigo José pero sin saber cómo lo he perdido y no nos hemos vuelto a encontrar. El destino me tenía reservado nuevas vivencias.

No quiero dejar de señalar lo chulas que son las nuevas mallas que ha estrenado mi amigo. Atrevidas sin duda.


Y hoy la inesperada recompensa ha sido poder escuchar dos conversaciones entre corredores a las que sin querer (o queriendo un poquito solo) he tenido acceso.

La primera ha tenido lugar en el kiosko del rio junto a la fuente que hace de punto de encuentro para corredores de la zona.     

Allí han  llegado un grupo de corredores entre los cuales el más joven superaba sin duda los 60 años. Esperaba yo junto a ellos a mi amigo Jose cuando ha llegado un hombre mayor caminando con cierta dificultad, vistiendo un chándal antiguo y gastado y  ganas de entablar conversación.

Tras intercambiar algunos comentarios el hombrecillo mayor nos ha dado una lección de humildad en nuestro orgullo de corredores. En cinco minutos ha recorrido la historia de la maratón de Valencia, ha recitado la lista de los presidentes del club correcaminos y nos ha contado como entrenaba la maratón. Había corrido 33 maratones, la última de ellas a los 62 años.  El entrenamiento era sencillo salía de Valencia iba al El Puig y volvía. Yo que lo he hecho alguna vez puedo asegurar que no está nada mal.

Me hubiera gustado poder escuchar un rato más a este hombrecillo pero estábamos a 6ºC y había que ponerse a correr.

Este encuentro me llena de ánimos para seguir corriendo y poner mi objetivo en poder correr una maratón después de los 60.


Y la segunda recompensa del día en forma de conversación cazada al vuelo se  ha producido cuando corría por el rio ya de vuelta a casa.

Iba yo en mis pensamientos intentando mantener un ritmo digno cuando he alcanzado a un grupo de tres chicas (y digo chicas porque ya no sé cómo referirme a quien supera los 40 años) que corrían y hablaban entre ellas. 

Decía una de ellas:
- La niña es muy maleducada.
Y respondió la otra:
- No digas eso. Es una mal aprendida porque la educación que ha recibido fue muy buena.

Inmediatamente me vinieron a la mente mis diarias discusiones sobre el comportamiento de mi hijo adolescente de 16 años.

- Tú lo que eres es un Mal Aprendido.
Vaya, Qué a gusto me he quedado.

Correr te libera. 

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