La entrada de mi compañero “bloguero” me ha ayudado a desempolvar recuerdos casi olvidados y “desclasificar” un importante documento gráfico del año 1984.
Ha llovido mucho desde entonces. Mi primera maratón y 21 años cumplidos.
No recuerdo bien la edad pero a los 19 o 20 años empecé a disfrutar de las carreras de larga distancia. Yo era un caso extraño entre amigos y conocidos; me gustaba salir a correr por las carreteras (poca tierra pisaba entonces) por espacio de una hora o más.
Zapatillas para pronadores, cámara de aire, tejido técnico, pulsómetros,… No tenía entonces ni idea de lo que esto significaba (tampoco es que ahora sea un experto). Corría con las primeras zapatillas que compraba y que entraban en mi exiguo poder adquisitivo. Tiendas de “runners”. Jamás oí hablar de esto.
¿Planes de entrenamiento? Sencillo, Correr hasta cansarme.
No recuerdo cómo pero acabé inscrito en la 4ª edición de la maratón de Valencia. 19 de febrero de 1984.
Tampoco recuerdo cómo la preparé. Creo recordar que semanas antes de la carrera fui un par de veces y volví al Saler de Valencia para probar las sensaciones de correr durante más de dos horas seguidas. Entonces los entrenamientos se basaban en correr en la Alameda de Valencia de fuente a fuente que sabíamos era un kilómetro exacto. No recuerdo más detalles.
La grandeza de la maratón es que a pesar del tiempo pasado las sensaciones recibidas durante la carrera las tengo todavía frescas. Y aquí están.
Sobre mi indumentaria no hay más que ver la foto. Camiseta de algodón amarilla de manga corta y con cartel de Nike delante para más señas. Pantalón corto de jugar al baloncesto. (recordad los pantalones que usaba Epi y Fernando Martín. Nada que ver con las bermudas hasta los tobillos que usan ahora en las canchas de baloncesto) Calcetines de jugar al tenis y zapatillas Spalding. ¿Cómo llegarían aquellas zapatillas a mi?
De los primeros kilómetros tengo pocos recuerdos pero sobre el kilómetro veinte mientras corría por carreteras estrechas que cruzaban la Albufera de Valencia me encontré en un estado de euforia tal que abandoné el grupo al que acompañaba y me puse a tirar con fuerza dejando la comodidad del grupo. Poco más tarde corriendo por los caminos de asfalto que cruzaban el Saler llegó “el tío del mazo”. Se me subieron los gemelos y en el avituallamiento del kilómetro treinta me paré a comerme una naranja pues no podía correr más. Anduve un tiempo hasta que a duras penas reanudé la carrera y en un calvario de andar y correr llegué a los primeros barrios de Valencia. Nazaret primero y más tarde al llegar a la calle Jacinto Benavente con los ánimos del poco público de las calles me envalentoné para hacer una entrada triunfal en la Alameda.
Finalicé la carrera muy feliz. 3h 30’ Mis padres me esperaban en meta y de allí nos fuimos a tomar unas tapas en un tasca cerca de la calle La Barraca.
Desgraciadamente en los sucesivos años no seguí practicando la carrera de larga distancia de forma asidua. Pero esto será motivo de otra entrada.
Correr aquella carrera valió la pena y el esfuerzo. No hay duda.
Comentarios
Yo también soy de los que se iban a la Alameda y corrían de fuente a fuente.
Un chaval, desde luego. Y se te ha olvidado lo más importante: ¿qué tapas os tomasteis?
¿Cuántas maratones cayeron después?
Me gustaría que Altos y Bajos fuera mi padrino.
¿Me darás ese gusto?
Eso sí, nada de novatadas, porfa.