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Cabreado


Estoy cabreado. Y como estoy cabreado vengo aquí para contarlo.

Hace pocos días acabé de leer un libro que hacía tiempo quería leer: El monje que vendió su ferrari.

No está mal el libro. Te hace pensar bastante y alguna lección positiva sacas.

Y por otro lado empecé a leer otro libro que también tenía interés el leer: De que hablo cuando hablo de correr.

No llevo muchas páginas leídas pero en principio me está decepcionando. Demasiadas obviedades para los que ahora o en algún momento de la vida hemos corrido de forma habitual.

Y mi cabreo viene cuando leo historias de personajes que dedican su tiempo a visitar monjes en el Himalaya para alcanzar los más altos niveles del conocimiento humano y estabilidad del alma. Otros personajes de estos libros, se supone autobiográficos, se permiten dedicar su vida a escribir, leer y correr.

Y yo entonces digo. ¡No me toques los huevos! A ver qué harían éstos si tuvieran que trabajar cada día. Pero no ocho horas, si no nueve o diez pues si tienes trabajo con la que nos está cayendo debes dar gracias cada día al patrón y meter un par de horitas más pues hay cola en la puerta con el CV en la mano.

Además llegas a casa y tienes que preparar los exámenes del niño. Porque actualmente se examinan los hijos y los padres. Igualito que en mi niñez. ¡No me toques los huevos!

Me olvidaba. Tienes la obligación de llevar al niño al entrenamiento, recogerlo, hacer cenas, poner y colgar lavadoras y compartir todas las tareas del hogar con tu mujer porque somos europeos, de momento, y muy modernos.

Me cabreo y mucho.

…………

Han pasado muchos días desde que escribí la última línea y me nivel de cabreo es mucho más reducido. Además he cogido vacaciones y todo se ve de diferente forma.

Terminé de leer el libro de Murakami y mi opinión sobre el mismo no mejoró mucho respecto a la inicial. Se trata de un libro autobiográfico que toma el hecho de correr como afición, más bien pasión, como hilo conductor de la obra. Fácil de leer pero el título lleva erróneamente a pensar de que se trata de un tratado sobre correr.

 

Tras el libro de Murakami y entre viaje y viaje (Paris, Nantes, Tenerife y Venecia) leí el último libro de la trilogía de Carlos Ruiz Zafón: el Prisionero del Cielo.

Me gustó tanto como los dos anteriores aunque esta vez fuera más previsible la historia y, como de costumbre,   final algo confuso. La familia Sempere y el cementerio de los libros olvidados  no dejan de sorprender y entretener. Buen libro.

 

Comentarios

El Impenitente ha dicho que…
A mí el de Murakami no me disgustó, en parte porque me esperaba algo peor. Es ameno, te sientes cómplice del autor y no te dice nada que no sepas.

Respecto a lo del tiempo, algo hicimos mal, Altos y Bajos. La clave está o bien en ser rico de cuna, que no, o bien en trabajar una vez en tu vida y que esa vez te mantenga durante el resto del tiempo. Nosotros nos prostituimos por una cantidad mensual que nos garantiza muy poca autonomía. Y aún debemos de considerarnos afortunados.

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