No sé muy bien cómo enfocar el relato para que quede elegante. Intentarlo voy a intentarlo pero el tema es peligroso y no quisiera salir malparado. En diversas ocasiones he tenido el placer, claro por qué no decirlo, de comentar los episodios de mi vida en convivencia con los tarzanetes. Alguno pensará que se trata de una ordinariez pero al final todos acabamos confesando. Con el género femenino resulta más complicado, pero vaya, ellas se lo pierden. Habitualmente las épocas más comunes de convivir con ellos fueron los campamentos y acampadas de juventud y con toda seguridad durante el periodo militar. La poca higiene íntima, la falta de agua y la inexistencia de duchas y/o retretes es el caldo de cultivo que facilita la aparición de los tarzanetes. El agua es su mayor enemigo, me recuerda a los gremlins, y su ubicación es aquella donde crece el pelo y que normalmente se encuentra en la oscuridad y bajo capas de ropa que vagamente recuerdan su paso por la lavadora. Una vez i...
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Lo de actualizar el blog ya me parece utópico. Solo el impenitente tiene tiempo para todo. Aunque seguramente sea porque nos tiene engañados y, en realidad, es un rico terrateniente que se dedica a sus hobbys mientras utiliza las estructuras metálicas como tapadera. Estoy casi seguro.
Y cuando uno toma una decisión ya da igual si fue la mejor o la peor. Sólo toca ser consecuente y apechugar.
Conozco a muy pocos que su trabajo signifique una meta en si misma y disfruten mucho trabajando. Os pondré un ejemplo.
Por el colegio de mi hijo he conocido al ex jugador del Valencia Curro Torres. En las cenas que organizan los padres hablamos y él se refiere siempre a "su trabajo" (sigue en activo jugando en un club de segunda). Se gana muy bien la vida a tenor del tren de vida que lleva. ¿Os gusta su trabajo? A mi también.
El Impenitente además de tener un pacto con el diablo que le permite mejorar sus marcas cada año y no sufrir lesiones dispone de tierras en el secarral que le permiten vivir de rentas.
Con el tiempo todo se sabrá.