Me gusta esta expresión.
Tengo un familiar próximo internado en el hospital, y Los últimos días he pasado largas jornadas como acompañante en el centro hospitalario.
En la hora de la comida e inicio de la siesta del fin de semana salía a pasear por los alrededores del Hospital Clínico de Valencia para despejarme y buscar donde tomar un café aceptable, trabajo éste cada vez más complicado.
Las aceras están solitarias y el tráfico es muy reducido. En estas circunstancias puedes detenerte a observar edificios, jardines, ventanas y toda la vida que se desarrolla detrás de los cristales.
Cada ventana tiene sus propias señas que deben definir a los que viven tras los cristales. Cristales dobles o sencillos, transparentes o tintados, cortinas sencillas, funcionales, coloridas, recargadas….
Intento penetrar en cada uno de esos hogares y adivinar la vida que late allí dentro. Intento adivinar el pulso de la ciudad y sus ciudadanos a través de sus ventanas.
Tengo, tenemos un espíritu cotilla que quisiera penetrar en esos hogares, conocer lo que allí pasa, sus miserias y sus alegrías.
Mientras camino voy hilvanando la historia familiar de alguna de esas ventanas que me he fijado como objetivo. Los personajes, viejos o jóvenes vienen marcados por el estilo de las cortinas. El estatus económico viene definido por el barrio y la calidad constructiva del edificio. Y así voy enmarcando la historia.
La magia del momento la rompe el desgraciado que pasó por allí no hace mucho con su perrito y dejó un “regalito” en medio de la acera. ¡Cerdo!
El paseo toca a su fin y además debo encontrar la mejor forma de limpiar el zapato.
En otra ocasión traeré hasta aquí alguna de esas historias que ocurren tras los cristales.
Tengo un familiar próximo internado en el hospital, y Los últimos días he pasado largas jornadas como acompañante en el centro hospitalario.
En la hora de la comida e inicio de la siesta del fin de semana salía a pasear por los alrededores del Hospital Clínico de Valencia para despejarme y buscar donde tomar un café aceptable, trabajo éste cada vez más complicado.
Las aceras están solitarias y el tráfico es muy reducido. En estas circunstancias puedes detenerte a observar edificios, jardines, ventanas y toda la vida que se desarrolla detrás de los cristales.
Cada ventana tiene sus propias señas que deben definir a los que viven tras los cristales. Cristales dobles o sencillos, transparentes o tintados, cortinas sencillas, funcionales, coloridas, recargadas….
Intento penetrar en cada uno de esos hogares y adivinar la vida que late allí dentro. Intento adivinar el pulso de la ciudad y sus ciudadanos a través de sus ventanas.
Tengo, tenemos un espíritu cotilla que quisiera penetrar en esos hogares, conocer lo que allí pasa, sus miserias y sus alegrías.
Mientras camino voy hilvanando la historia familiar de alguna de esas ventanas que me he fijado como objetivo. Los personajes, viejos o jóvenes vienen marcados por el estilo de las cortinas. El estatus económico viene definido por el barrio y la calidad constructiva del edificio. Y así voy enmarcando la historia.
La magia del momento la rompe el desgraciado que pasó por allí no hace mucho con su perrito y dejó un “regalito” en medio de la acera. ¡Cerdo!
El paseo toca a su fin y además debo encontrar la mejor forma de limpiar el zapato.
En otra ocasión traeré hasta aquí alguna de esas historias que ocurren tras los cristales.
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