En las noches de agosto circular por las calles de Valencia es un placer. La fluidez del tráfico te permite ver lo que ocurre a tu alrededor con detalle.
No hace ni cinco años que en cada esquina de la ciudad encontrabas un víedoclub. Podían contarse por cientos y gran número de ellos abrían 24 horas. Pasaron los años y fueron cerrando hasta no quedar establecimientos de este tipo abiertos.
Al ver el local cerrado que hace no mucho tiempo ocupaba uno de estos comercios me asaltó la gran duda. ¿Dónde han ido a parar los cientos de cintas de vídeo que llenaban a rebosar miles de estanterías?
En los exitosos best sellers de Carlos Ruiz Zafón las tramas se hilvanan a través del “cementerio de libros olvidados”. Y como si de una revelación se tratara, el calor de las noches de agosto trae la respuesta a mi pregunta.
En algún punto de la ciudad y detrás de algún discreto portal existe un gigantesco laberinto de estanterías ocupado por los millones de cintas de vídeo que llenaban los vídeoclubes .
No podría ser capaz de mejorar la descripción de Carlos Ruiz Zafón del cementerio de libros olvidados. Pero sin lugar a dudas el cementerio de cintas de vídeo olvidadas posee importantes particularidades. El papel y las cubiertas de cuero se ven sustituidas por asépticas cajas de plástico y cintas magnéticas. El negro sobre blanco de la tinta queda eclipsado por las portadas a todo color de las cajas de cintas VHS.
El vigilante de este laberinto tiene una indeterminada edad, viste vaqueros desgastados, deportivas y suéter amplio de cuello vuelto. Si le preguntamos por cualquiera de los miles de títulos allí almacenados nos guiará con increíble exactitud. Conoce tramas y personajes de la mayoría de títulos allí almacenados. Muchas horas de palomitas y refrescos frente al viejo reproductor de vídeo han rodeado la historia de este individuo.
Imagino diversas localizaciones del cementerio de cintas y tras descartar posibilidades dudo entre un viejo polígono industrial con naves ocupadas por vetustas empresas a punto de desaparecer y una barriada obrera con pisos pertenecientes a las antiguas viviendas sociales del estado atacadas por la aluminosis.
No dejaré de seguir cualquier pista que me acerque al oscuro laberinto y aquí contaré el curso de las investigaciones y logros cosechados.
No hace ni cinco años que en cada esquina de la ciudad encontrabas un víedoclub. Podían contarse por cientos y gran número de ellos abrían 24 horas. Pasaron los años y fueron cerrando hasta no quedar establecimientos de este tipo abiertos.
Al ver el local cerrado que hace no mucho tiempo ocupaba uno de estos comercios me asaltó la gran duda. ¿Dónde han ido a parar los cientos de cintas de vídeo que llenaban a rebosar miles de estanterías?
En los exitosos best sellers de Carlos Ruiz Zafón las tramas se hilvanan a través del “cementerio de libros olvidados”. Y como si de una revelación se tratara, el calor de las noches de agosto trae la respuesta a mi pregunta.
En algún punto de la ciudad y detrás de algún discreto portal existe un gigantesco laberinto de estanterías ocupado por los millones de cintas de vídeo que llenaban los vídeoclubes .
No podría ser capaz de mejorar la descripción de Carlos Ruiz Zafón del cementerio de libros olvidados. Pero sin lugar a dudas el cementerio de cintas de vídeo olvidadas posee importantes particularidades. El papel y las cubiertas de cuero se ven sustituidas por asépticas cajas de plástico y cintas magnéticas. El negro sobre blanco de la tinta queda eclipsado por las portadas a todo color de las cajas de cintas VHS.
El vigilante de este laberinto tiene una indeterminada edad, viste vaqueros desgastados, deportivas y suéter amplio de cuello vuelto. Si le preguntamos por cualquiera de los miles de títulos allí almacenados nos guiará con increíble exactitud. Conoce tramas y personajes de la mayoría de títulos allí almacenados. Muchas horas de palomitas y refrescos frente al viejo reproductor de vídeo han rodeado la historia de este individuo.
Imagino diversas localizaciones del cementerio de cintas y tras descartar posibilidades dudo entre un viejo polígono industrial con naves ocupadas por vetustas empresas a punto de desaparecer y una barriada obrera con pisos pertenecientes a las antiguas viviendas sociales del estado atacadas por la aluminosis.
No dejaré de seguir cualquier pista que me acerque al oscuro laberinto y aquí contaré el curso de las investigaciones y logros cosechados.
Comentarios
El verano es el mejor momento del año, de largo, y a quién diga lo contrario le invito a pasearse por la academia donde ando estudiando el master. Y es que, como creo haber dicho una vez donde el impenitente, entre mayo y septiembre todo les sienta bien. A ellas. Solo añadir que vigilar a dos niñas de año y medio en la playa rodeado de jovencitas semi desnudas es una ardua tarea (y aquí me estoy imaginando a mí mismo como un personaje de Forges)
En cuanto a Mario Pestano reconozco que me sería más facil reconocerlo por el nombre que por la cara. Salvo la orgía atlética de Barcelona 92 en el resto de reuniones, meetings, europeos o mundiales me limito a ver las carreras. Supongo que trato de huir de mi condición de friki, aunque lo sea. ¿Sabes a quién me haría a mi ilusión encontrarme? a Marta Dominguez.
Por una vez estaré de acuerdo con el impenitente: tengo la impresión de que el vigilante de las cintas de video es un adolescente lleno de granos. Cuando se le pasa la edad lo despiden y, como ya se ha convertido en un friki sin remedio, empieza a correr maratones.
José
Qué bueno que volviste. Echaba de menos tus comentarios y más aun tus entradas en tu blog. ¿Qué pasa camarada? Ponte a escribir pronto.
Aunque leas esto después de Berlin espero que hayas tenido mucha suerte y conseguido el objetivo.
Espero nos veamos en Árboles y Castillos