Algunos perros son tan listos que viéndolos actuar parecen más espabilados que sus dueños. Un poco más allá sentado en la misma mesa contesta uno de los comensales, “es cierto yo tenía un perro de esos”.
Cierto como la vida misma.
El viajecito familiar del verano me llevó a un sencillo bar en Sevilla donde nos sirvieron unas raciones sensacionales.
Entre caña y tapa levanté la vista y exclamé: ¡Coño mirad quién está pidiendo en la barra!
El personaje que físicamente llamaba la atención por si solo era Mario Pestano.
-¿Y ese quién es? Exclamaron al mismo tiempo mis conocidos y algunos desconocidos de las mesas de al lado.
No hacía ni diez minutos que comentábamos que en este país abundaban los “frikis” y a personajes como la Belén Esteban los podría reconocer cualquiera en un bar.
Me levanté y con la conocida excusa de la foto con el niño (aquí la acompaño) saludé a Mario Pestano. Gracias majete con uno de tus brazos conseguimos acero para botar un barco.
La pregunta siguiente la podéis imaginar:
- ¿Es famoso?
Yo expliqué que este tipo con dos metros de altura y más de cien kilos de peso era capaz de girar en un pequeño círculo dos veces sobre si mismo y lanzar un disco a casi cien metros de distancia. Uno de los mejores del mundo.
Pedí otra caña y tortitas de camarones. A nadie importaba saber más del personaje en cuestión.
Repetía esta misma anécdota en una cena de verano con conocidos y amigos. Una de las respuestas que pude escuchar fue que ese tipo de personajes no podían interesar a nadie más que al grupo de chalados que nos entretenemos corriendo carreras populares.
Definitivamente hay muchos perros como el que aparece en el primer párrafo.
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