Lo imaginaba y hace unos meses pude comprobarlo. Los tópicos son ciertos.
Media maratón del Puerto de Sagunto. Km. 5, siento un agudo pinchazo en el soleo de la pierna izquierda. Por prudencia y puesto que mi intención no era disputar la prueba a tope decido retirarme. Me dirijo al coche, me pongo ropa seca y me voy a meta para ver como llegan mis compañeros del asfalto.
Es la primera vez que estoy en meta esperando la llegada de mis compañeros. En total somos quince climaturios.
Estoy a unos veinte metros de la pancarta de meta rodeado de público de todas las edades que se agolpa interesado por la llegada de los primeros clasificados.
Y aquí llega mi sorpresa. Los comentarios del público que me rodea y que merecen ser esculpidos en mármol.
Un caballero, sobre los cincuenta años de edad, bajito y con bigote le dice a su acompañante:
- El secreto de estos que corren tanto, refiriéndose a los norteafricanos que llegan en los primeros lugares, es no beber durante la carrera.
Tomaremos nota para próximas carreras. Digo
Pero no contento con ello y para reafirmar sus conocimientos atléticos deja caer otro comentario.
- Estos, sin dejar de referirse a los norteafricanos, se entrenan en el desierto persiguiendo animales para poder comer.
Tomemos nota de nuevo a ver si dejamos las malditas series y adoptamos sistemas de entrenamiento modernos.
Creedme que el personaje hablaba totalmente en serio.
A mi izquierda una mujer orgullosa comentaba a sus amigas.
- Mi marido es de los mejores y seguro que llega por debajo de 1h30
Finalmente llegó el marido en 1h34.
Supongo que los corredores somos como los pescadores y las piezas capturadas nos parecen veinte centímetros más largas.
Yo no sabía donde fijar mi atención. ¿En los corredores o en el público?
Recomiendo la experiencia. Es otra forma de disfrutar las carreras. Hubo muchos más comentarios que aquí no voy a reproducir.
Conclusión. Sigamos corriendo pero no intentemos explicar porqué corremos pues no nos van a entender.
Media maratón del Puerto de Sagunto. Km. 5, siento un agudo pinchazo en el soleo de la pierna izquierda. Por prudencia y puesto que mi intención no era disputar la prueba a tope decido retirarme. Me dirijo al coche, me pongo ropa seca y me voy a meta para ver como llegan mis compañeros del asfalto.
Es la primera vez que estoy en meta esperando la llegada de mis compañeros. En total somos quince climaturios.
Estoy a unos veinte metros de la pancarta de meta rodeado de público de todas las edades que se agolpa interesado por la llegada de los primeros clasificados.
Y aquí llega mi sorpresa. Los comentarios del público que me rodea y que merecen ser esculpidos en mármol.
Un caballero, sobre los cincuenta años de edad, bajito y con bigote le dice a su acompañante:
- El secreto de estos que corren tanto, refiriéndose a los norteafricanos que llegan en los primeros lugares, es no beber durante la carrera.
Tomaremos nota para próximas carreras. Digo
Pero no contento con ello y para reafirmar sus conocimientos atléticos deja caer otro comentario.
- Estos, sin dejar de referirse a los norteafricanos, se entrenan en el desierto persiguiendo animales para poder comer.
Tomemos nota de nuevo a ver si dejamos las malditas series y adoptamos sistemas de entrenamiento modernos.
Creedme que el personaje hablaba totalmente en serio.
A mi izquierda una mujer orgullosa comentaba a sus amigas.
- Mi marido es de los mejores y seguro que llega por debajo de 1h30
Finalmente llegó el marido en 1h34.
Supongo que los corredores somos como los pescadores y las piezas capturadas nos parecen veinte centímetros más largas.
Yo no sabía donde fijar mi atención. ¿En los corredores o en el público?
Recomiendo la experiencia. Es otra forma de disfrutar las carreras. Hubo muchos más comentarios que aquí no voy a reproducir.
Conclusión. Sigamos corriendo pero no intentemos explicar porqué corremos pues no nos van a entender.
Comentarios
Con lo de no beber estoy menos de acuerdo. Y Carmelo, con el atracón de geles que se pega en cada carrera, como no beba se muere.
Y qué envidia el de la mujer orgullosa que presume de marido. Qué envidia.
Estaba en la piscina de Villaescusa viendo no sé cuál final del Mundial de atletismo. Se estaba disputando también la depértiga. En la mesa de al lado teorizaban sobre el salto con pértiga. -La clave está en la fuerza-decía el más listo. Gana el más fuerte. No pude más y le dije -por eso los mejores pertiguistas antes han sido boxeadores y lanzadores de peso, ¿no?
No hay que olvidarse del típico espectador para el que todos los que corren a partir del 3º son unos mantas que estarían mejor en casa. O el que dice justo cuando pasas, a voz en grito, ¡ todavía están pasando, esto no se acaba nunca!, que te hace pensar que hay cerca de dos millones de corredores por delante de ti.
En otro orden de cosas, tenemos que hablar. Estoy a punto de comenzar la travesía que tu terminaste hace poco. A ver si el día de los arboles y castillos me das algún consejito.