No soy partidario de traer aquí lo que escriben otros. Pero en esta ocasión el correo electrónico de una persona relacionada con mi trabajo y al que no llegue a conocer directamente me ha parecido que vale la pena plasmarlo aquí para no olvidarlo.
No estoy pensando en mi jubilación y si una cosa envidio de los jubilados es la disponibilidad de tiempo para hacer con pausa aquello que me gusta.
Esta persona, se llama Leopoldo, nos resume en pocas líneas parte de su vida profesional. Y dice así:
Culmina una etapa intensa de mi vida.
Con cierta frecuencia pensamos que el último día está muy lejos, que esas cosas les suceden a los demás.
Pero lo cierto es que todo llega y en ese momento uno piensa sobre lo que te ha sucedido: Has conocido una serie de personas, ajenas entre sí , de diversos orígenes, diferente formación, diferentes edades, diferentes aspiraciones y diferentes experiencias, coincidiendo en una situación, conviviendo, colaborando, discrepando, discutiendo, hablando, dialogando y con ello, en una palabra, influenciándose recíprocamente de modo irreversible y permanente.
Ninguna de nuestras vidas es ahora la misma que al inicio, todos somos a la vez maestros y discípulos y esa es la verdadera grandeza de la vida.
Yo tengo la enorme satisfacción de haber recibido de todos vosotros una influencia muy positiva, no tengo más remedio que reconoceros como mis maestros.
En alguna medida todos sin excepción me habéis ayudado a madurar, a contemplar la vida desde otra perspectiva, a apreciar el verdadero valor de las cosas. Hemos compartido esa evolución, esa maduración interna.
En vuestra compañía he aprendido mucho más de lo imaginable. Vaya donde vaya llevaré siempre conmigo, de manera segura e inevitable y formando parte de mí mismo, algo de cada uno de vosotros; puede ser una palabra, una frase, una idea, una postura, un gesto, una imagen, una actitud, un chiste, una historia… no sé lo que será, pero soy consciente que no me sorprenderá, ya que formáis parte de mi vida, como yo también formo parte de la vuestra, espero que para bien.
A vosotros, pues, os debo casi todo lo que soy. A vosotros os debo haberme dado oportunidades, algunas de las cuales he aprovechado, hemos compartido ilusión, asistencia, colaboración, amistad.
Todo ello forma parte ya de mi historia, de mi experiencia propia y por lo tanto, de mi vida.
No me voy a despedir porque los amigos no necesitan decirse adiós, se llevan siempre en el corazón.
Gracias por todo y sabed que podéis contar conmigo en lo que pueda ayudaros, pongo mis conocimientos y experiencia en vuestras agendas y espero que me permitáis seguir disfrutando de vuestra amistad.
.
No estoy pensando en mi jubilación y si una cosa envidio de los jubilados es la disponibilidad de tiempo para hacer con pausa aquello que me gusta.
Esta persona, se llama Leopoldo, nos resume en pocas líneas parte de su vida profesional. Y dice así:
Culmina una etapa intensa de mi vida.
Con cierta frecuencia pensamos que el último día está muy lejos, que esas cosas les suceden a los demás.
Pero lo cierto es que todo llega y en ese momento uno piensa sobre lo que te ha sucedido: Has conocido una serie de personas, ajenas entre sí , de diversos orígenes, diferente formación, diferentes edades, diferentes aspiraciones y diferentes experiencias, coincidiendo en una situación, conviviendo, colaborando, discrepando, discutiendo, hablando, dialogando y con ello, en una palabra, influenciándose recíprocamente de modo irreversible y permanente.
Ninguna de nuestras vidas es ahora la misma que al inicio, todos somos a la vez maestros y discípulos y esa es la verdadera grandeza de la vida.
Yo tengo la enorme satisfacción de haber recibido de todos vosotros una influencia muy positiva, no tengo más remedio que reconoceros como mis maestros.
En alguna medida todos sin excepción me habéis ayudado a madurar, a contemplar la vida desde otra perspectiva, a apreciar el verdadero valor de las cosas. Hemos compartido esa evolución, esa maduración interna.
En vuestra compañía he aprendido mucho más de lo imaginable. Vaya donde vaya llevaré siempre conmigo, de manera segura e inevitable y formando parte de mí mismo, algo de cada uno de vosotros; puede ser una palabra, una frase, una idea, una postura, un gesto, una imagen, una actitud, un chiste, una historia… no sé lo que será, pero soy consciente que no me sorprenderá, ya que formáis parte de mi vida, como yo también formo parte de la vuestra, espero que para bien.
A vosotros, pues, os debo casi todo lo que soy. A vosotros os debo haberme dado oportunidades, algunas de las cuales he aprovechado, hemos compartido ilusión, asistencia, colaboración, amistad.
Todo ello forma parte ya de mi historia, de mi experiencia propia y por lo tanto, de mi vida.
No me voy a despedir porque los amigos no necesitan decirse adiós, se llevan siempre en el corazón.
Gracias por todo y sabed que podéis contar conmigo en lo que pueda ayudaros, pongo mis conocimientos y experiencia en vuestras agendas y espero que me permitáis seguir disfrutando de vuestra amistad.
.
Comentarios
Solo añadiría una cosa:
"Que La Fuerza os acompañe".
Y por desdramatizar un poco, mi querido Leopoldo, jubilado viene de júbilo y sí, muy bonito y muy conmovedor todo, pero cuánto envidio tú fuera y nosotros dentro.
Después de releer la entrada y tu comentario me doy cuenta que tiene, ciertamente, una doble lectura. Vaya.
Y permíteme que no me extienda mucho más en comentarios al respecto pues sabes que me hallo enmedio del ojo de huracán y esto es un espacio público de libre acceso.
Amigo Impenitente:
Este tema da para mucho más y volveremos a tocarlo en nuevas ocasiones.