Hace unas semanas por motivos laborales hice un “salto” a Italia que no tuvo desperdicio. Salí del aeropuerto de Valencia a media mañana, aterricé en Bolonia y dormí en un hotel de Parma. Me levanté temprano, tomé un taxi que me llevó hasta una empresa en los alrededores de Milán. Tras una visita de negocios de un par de horas salí en taxi disparado a coger un avión en Bérgamo que me posó a media tarde en Valencia. Entretenido sin duda y laboralmente fructífera. Pero quiero traer aquí el desengaño sufrido durante el vuelo. Los vuelos los hice con la compañía de bajo coste Ryanair. No hace muchos años que se podía leer en las revistas de moda y del corazón bonitas historias sobre romances surgidos entre glamurosas azafatas de vuelo e importantes pasajeros. Me parece estar viendo a las exuberantes azafatas de vuelo con una altura respetable, rubias y con impecable uniforme. Caminaban ellas por los pasillos del avión mostrando su amplia sonrisa, andar pausado y repartiendo atenci...