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La caja de los truenos.


Este tema levanta ampollas allí donde lo saco y estoy seguro que todos tenemos posiciones tomadas que defenderemos con vehemencia.

Libro electrónico vs libro tradicional en papel.

Hace casi un año como regalo navideño cayó en mis manos un libro electrónico (e-book para los entendidos) y lo empecé mirando con escepticismo.

En un principio me bajé un par de libros para ver cómo funcionaba este nuevo chisme electrónico que entraba en casa. Y si, los leí. No estuvo mal. La letra podía ponerla al tamaño que mejor me venía en función de mi vista (ya peino canas), tenía marcapáginas, permite anotaciones, diccionario, etc…

Preguntando aquí y allá me dieron algunas direcciones de correo electrónico donde poder bajarme libros y aquí empezó la locura.

Me llego a sentir incómodo de la facilidad que supone bajarse cientos de libros (cientos no miento) de forma totalmente gratuita para leerlos cómodamente en el libro electrónico. Y digo bien libro electrónico porque he encontrado ventajas del libro electrónico frente a las tabletas ( ipad como es mi caso). Concretamente me refiero a la tinta electrónica que en ambientes luminosos, como la playa o la piscina, se leen perfectamente.

A  lo largo del año 2012 he leído no menos de nueve libros en este dispositivo electrónico. Algunos de ellos bastante extensos, “la catedral del mar”, “Ana Karenina” “cincuenta sombras de Grey” (¿caras de asombro verdad? pero tanto me hablaban de él que no tuve más remedio que leerlo).

Podría echar horas escribiendo sobre lo maravilloso que es disponer en casa de una amplia librería de escogidas obras con estupendas encuadernaciones.

Entrar en un hogar y poder ver estanterías cargadas de libros dice mucho de la familia que los posee. Cultos, ilustrados, intelectuales, sesudos, gente con criterio en suma. No quiero preguntar a quien tenga que quitar el polvo de los libros. Seguro que tiene una opinión bien distinta.

Y qué decir de lo que significa poder tocar los volúmenes, sopesarlos, humedecerse las yemas de los dedos y pasar página. Es una sensación inigualable que nos eleva a los altares de la intelectualidad del país (¿o debo decir estado?).

No voy a poner objeción alguna a los defensores a ultranza de la literatura impresa pues entiendo todos sus argumentos.

Pero ya que he sacado el tema me voy a posicionar.

Tras meses viajando con mi libro electrónico (Wibook de INVES para más señas) de no más de 200 gr.  y tenerlo cada noche en mi mesita de noche con no menos de cien obras seleccionadas personalmente almacenadas en su memoria confieso que pocas obras en el papel volveré a comprar.

No estoy cerrado a cambiar de opinión y cualquier sugerencia o comentario será tenida en consideración.

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Comentarios

El Impenitente ha dicho que…
Lo que no peinas son no canas.

Tengo la costumbre de comprar libros. Me gusta tenerlos y consideraba que era un buen legado para mis hijos. Me estoy dando cuenta de que va a ser un legado inútil. No he probado los libros electrónicos, no porque sea un integrista de los de papel sino porque ni me lo he planteado. No eres el primero que conozco que abandona el papel y se convierte al libro electrónico. Ni el segundo. Ni el tercero. Algo tendrá. El romanticismo se muere pero, como dijo ese gran pensador conocido como Johan Cruyff, si nos guiásemos únicamente por el romanticismo todavía estaría jugando Simonsen en el Barcelona.

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