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Paseador de perros.

Ahora que empiezo a recibir como en carne propia los resultados académicos de mi hijo me viene a la memoria los comentarios de mi padre cuando flaqueaban mis ganas de perseverar en el estudio.

A la edad que mi hijo tiene ahora, casi 10 años, la vivienda de mis padres estaba situada en el conocido barrio de “La isla perdida” de Valencia.
Desde la ventana de mi dormitorio tenía una despejada vista que tenía como edificio reconocible más cercano el “Chalet de Ayora”.
Entre las huertas que podía divisar desde mi ventana estaban las perreras que albergaban los galgos que corrían en el canódromo de Valencia.

En las instalaciones de la perrera había una pequeña pista de tierra donde los galgos entrenaban y un par de veces al día sacaban los galgos a pasear por los alrededores de la perrera.
Varios empleados salían del recinto de la perrera portando de sus correas a más de una decena de perros cada uno. Y durante un buen rato se podía ver por los caminos de huerta situados frente a mi ventana a varios individuos rodeados de un gran número de perros.

Aquella ventana era para mí, en ocasiones, la mejor de las diversiones y me podía pasar horas contemplando lo que ocurría fuera.

Si por cualquier circunstancia pasaba frente a mi dormitorio mi padre cuando miraba por la ventana en horas en las que debía estudiar me decía:
- Ponte a estudiar o acabarás paseando perros.

Esa frase me acompañó durante muchos años y aun hoy en día la recuerdo como uno de los tesoros de mi niñez. También me ayuda a acordarme de mi padre.
Un beso papá.

Quería yo soltar a mi hijo la misma lapidaria frase que recibí en mi niñez. Pero fue imposible hacer entender a mi hijo el significado de esa frase y el contexto en el que fue creada.
Espero que estas líneas queden aquí conservadas para cuando pueda entenderlas.

Acompaño un recorte que apareció en la prensa meses atrás y que ilustran mis comentarios.


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Comentarios

El Impenitente ha dicho que…
El oficio de paseador de perros se ha recuperado. Por el centro se suelen ver. Hay empresas y todo.

No conocí el canódromo, pero sí que recuerdo a "La isla perdida" cuando era "La isla perdida" (hay nombres especialmente afortunados. En Valencia hay mucho talento a la hora de dar apodos). Parece increíble pensar que todo aquello era huerta. Y de eso no hace tanto. Ay, quién hubiese sido huertano en aquel tiempo para haber podido dar un pelotazo inmobiliario de los buenos.
MARIANO MORENO ha dicho que…
Isla perdida...Hay muchos caminos en Valencia, algunos secretos, caminos-destinos que llevan a luminosoas Itacas
Altosybajos ha dicho que…
Impenitente.Cierto es que en Valencia no falta el ingenio para sacar nombres. Pantera Rosa, Parotet, Jamonero y un largo etcétera. Buen tema para una entrada.

Amigo Mariano.
¡Qué bueno que volviste!
Sigue en pie que volvamos a vernos. No es época de perder amistades y si de recuperar viejos conocidos. Pongamos fecha.
Y haz lo que debas para recuperar tu blog. Me quedé exsahusto de tanto bailar tango.

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