Pequeñas anécdotas como esta son las que te hacen pensar si el rumbo de nuestra vida es el correcto.
Camino de Boujdour en nuestro sencillo “fiat uno” diesel paramos en una gasolinera a repostar. Saliendo de El Aiun y de camino a Boujdour esta es la única gasolinera que encontramos. Lo cual quiere decir que en un recorrido de 300 km no íbamos a encontrar otra y durante el camino estábamos flanqueados por el Atlántico y el desierto.
Al llegar a la gasolinera encontramos a un grupo de mediana edad que viajan en un flamante todo-terreno “Range Rover” con motor de gasolina. Estaban vestidos con ropa tipo “coronel tapioca” y hablaban inglés. ¡Preparados para cruzar los más peligrosos desiertos del planeta!
Nosotros, dos valencianos con buenas nociones de francés y vestidos con mocasines de calle, pantalón de vestir y camisa, bajamos de nuestro utilitario y nos dirigimos al empleado del surtidor para llenar el tanque.
Mientras nos llenaban el depósito se nos acercó el grupo de alterados expedicionarios del desierto.
En inglés nos explicaron que llevaban allí horas esperando repostar y no entendían las explicaciones del empleado.
Nos dirigimos al magrebí en cuestión que estaba semitumbado en la pared de la pequeña edificación de la gasolinera a pedirle explicaciones.
Sus explicaciones fueron que llevaban horas aquellos individuos esperando a repostar y que pese a sus explicaciones no entendían que el camión cisterna que debía rellenar los depósitos estaba de camino y que no quedaba más remedio que esperar. Estaba de camino
Nosotros insistimos en conocer cuanto tiempo podía tardar en llegar y sin inmutarse nos respondió que podía tardar una hora, o varias, o un día, o varios días.
Después apostilló.
Yo no entiendo cual es el problema. Tenemos sombra, agua y comida. No hay más que sentarse y esperar.
¿Dónde está el problema?
Camino de Boujdour en nuestro sencillo “fiat uno” diesel paramos en una gasolinera a repostar. Saliendo de El Aiun y de camino a Boujdour esta es la única gasolinera que encontramos. Lo cual quiere decir que en un recorrido de 300 km no íbamos a encontrar otra y durante el camino estábamos flanqueados por el Atlántico y el desierto.
Al llegar a la gasolinera encontramos a un grupo de mediana edad que viajan en un flamante todo-terreno “Range Rover” con motor de gasolina. Estaban vestidos con ropa tipo “coronel tapioca” y hablaban inglés. ¡Preparados para cruzar los más peligrosos desiertos del planeta!
Nosotros, dos valencianos con buenas nociones de francés y vestidos con mocasines de calle, pantalón de vestir y camisa, bajamos de nuestro utilitario y nos dirigimos al empleado del surtidor para llenar el tanque.
Mientras nos llenaban el depósito se nos acercó el grupo de alterados expedicionarios del desierto.
En inglés nos explicaron que llevaban allí horas esperando repostar y no entendían las explicaciones del empleado.
Nos dirigimos al magrebí en cuestión que estaba semitumbado en la pared de la pequeña edificación de la gasolinera a pedirle explicaciones.
Sus explicaciones fueron que llevaban horas aquellos individuos esperando a repostar y que pese a sus explicaciones no entendían que el camión cisterna que debía rellenar los depósitos estaba de camino y que no quedaba más remedio que esperar. Estaba de camino
Nosotros insistimos en conocer cuanto tiempo podía tardar en llegar y sin inmutarse nos respondió que podía tardar una hora, o varias, o un día, o varios días.
Después apostilló.
Yo no entiendo cual es el problema. Tenemos sombra, agua y comida. No hay más que sentarse y esperar.
¿Dónde está el problema?
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