En las noches de agosto circular por las calles de Valencia es un placer. La fluidez del tráfico te permite ver lo que ocurre a tu alrededor con detalle. No hace ni cinco años que en cada esquina de la ciudad encontrabas un víedoclub. Podían contarse por cientos y gran número de ellos abrían 24 horas. Pasaron los años y fueron cerrando hasta no quedar establecimientos de este tipo abiertos. Al ver el local cerrado que hace no mucho tiempo ocupaba uno de estos comercios me asaltó la gran duda. ¿Dónde han ido a parar los cientos de cintas de vídeo que llenaban a rebosar miles de estanterías? En los exitosos best sellers de Carlos Ruiz Zafón las tramas se hilvanan a través del “cementerio de libros olvidados”. Y como si de una revelación se tratara, el calor de las noches de agosto trae la respuesta a mi pregunta. En algún punto de la ciudad y detrás de algún discreto portal existe un gigantesco laberinto de estanterías ocupado por los millones de cintas de vídeo que llenaban los vídeoclu...