Me felicito por haber tenido la fortuna de conocer a los que me empujaron a abrir este blog. Y lo compruebo ahora que repaso las entradas antiguas. Sin quererlo llevo un año relatando un pedacito de mi historia personal. Interesante sin duda. Este preámbulo sirve para introducir un relato que cuente algunos de mis recuerdos vividos en casa de mis “yayos” en la calle Berenguer Mallol de Valencia. Ahora todavía los tengo relativamente frescos en mi memoria y mañana Dios sabe. La casa estaba en un segundo piso sin ascensor y con unas escaleras muy estrechas. La casa tenía un estrecho balcón delante pero una sensacional galería semicerrada en la parte de atrás donde discurría la mayor parte de la vida diaria gracias al benigno clima de Valencia. Se me agolpan cientos de anécdotas y pequeños recuerdos que quisiera traer aquí: La coca de llanda de mi yaya, el codonyat dolç, el boxeaoret, el sifón, el comú, el olor dulzón de mi abuela, la paz y el sosiego en la mirada de mi abuelo, … Pero...