Me acerco a la máquina de café de la oficina. Introduzco la cápsula de sabor suave, material biodegradable y tostado ecológico en el lugar adecuado. Pulso el botón que me permitirá tomar un café. Y…. vaya¡¡ el depósito del agua agotado. Saco el depósito y me dirijo a rellenarlo en la máquina dispensadora de agua que tampoco falta en cualquier oficina. Estas fuentes de agua tienen dos grifitos. Uno de agua caliente y otro de fría. Ahí me quedo pensando acerca del grifo que debo utilizar. Si uso el de agua caliente ahorraré la energía que la máquina de café debe usar para calentar el agua del depósito. Aunque el ahorro no es real pues la fuente de agua utilizó antes la misma energía para calentar el agua y además volverá a utilizar otra cantidad de energía para calentar el agua que reemplazará la extraída del depósito de agua caliente de la fuente. Complicado. No dejo de lado la complicada ecuación que supone dilucidar sobre las diferentes temperaturas que regulan los termostatos de esas...